CUENTOS
El Rey Triste Y Su Princesa
El Rey Triste Y Su Princesa
"Esta es la historia de una princesa oriental que vivió encerrada durante mucho tiempo en una torre tan alta que parecía poder alcanzar el cielo. Sus sueños, ilusiones y fantasías se confundían con las nubes que rodeaban a dicha torre, dándole un halo de melancolía que armonizaba con el alma solitaria y atormentada de ésta noble princesa.
Ella pasaba el tiempo enclaustrada añorando a un viejo Rey perdido en una batalla. Quien, con la magia de sus años, había robado sus sueños y llevado su corazón. Nuestra princesa no podía hacer otra cosa que pensar en él, en sus palabras, sus caricias, su aliento quemando la inocencia de su cuerpo y en sus labios que le hablaban de un reino de felicidad que jamás ella conoció.
Así que por propia decisión, aquella princesa que todos creían feliz, escondía su soledad refugiada en una torre, la cual nunca pudo brindar el sosiego que esta princesa necesitaba para poder empezar una vez más. Pasaba horas y horas tocando un arpa de oro mirando hacia el jardín por una ventana muy pequeña, pero que le daba la oportunidad de hurgar en el mundo, tal vez con la ilusión de sentirse viva una vez más.
Adoraba las flores, los hermosos y fuertes árboles que rodeaban su refugio. Podía hablar con los duendecillos y gnomos que jugueteaban en las noches por todos lados. Las mañanas le parecían lindas, ya que pajaritos se posaban en las ventanas y alegraban su soledad con sus cantos. Si la suerte la acompañaba, podía revolotear de vez en cuando una linda mariposa entre sus cabellos.
Cuentan que en las raras ocasiones que salía de la torre, antes refugio y hoy presidio, buscaba la sombra del árbol más grande y hermoso que jamás habían visto sus ojos y se tendía bajo su sombra. Se decía que ese árbol fue un noble guerrero con la sensibilidad de un poeta, que habiendo llevado una vida consagrada a cultivar los más hermosos valores fue convertido en un bello árbol para así brindar refugio a todo aquel que se cobijara en él. La torre estaba adornada de hermosas gemas y pequeñas figurillas con ojitos de cristal. Pensaba que eso reemplazaba su soledad, ya que estos testigos mudos de un mundo inventado por ella, nunca la podrían abandonar. Pero era inútil la ausencia de aquel rey se hacía cada vez más honda llevando a nuestra princesa a la desesperación. Después de todo, los pajaritos, en invierno, no iban a las ventanas y los duendes sólo juguetean de vez en cuando a su alrededor.
Sólo Bissat, su fiel duendecillo, estaba siempre a su lado. Atento a sus tristezas y a sus eventuales alegrías. Pero la princesa solo lo veía, no lo miraba. No hay palabras más parecidas y más confusas que estas dos, porque los duendes verdes por lo general no se dejan ver.
Bissat no tenía ropa, caminaba sin pudor desnudo por el bosque, corría siempre de un lado a otro, pero siempre detrás de su princesa, balbuceaba un idioma extraño, era muy travieso y juguetón. Le encantaban los animales del bosque con los que solía conversar .Pero este duende tan tierno era así solo con su princesa, se sabia que no todos eran así algunos podían jugar con los humanos pero también comérselos.
Un día la solitaria princesa decidió bajar de su refugio y escuchó decir que llegaría un Rey de un país muy lejano. De este gran Señor sólo se contaban hermosas historias. Cuando él hablaba decían que el mundo parecía detenerse En su soledad imaginó muchas cosas que sólo ella podía entender.
Llegado el gran día la princesa alborotada se presentó ante él. Una mágica e inexplicable emoción lleno su cuerpo y su mente. Él era grande, fuerte, perseverante, siempre seguro y todos sin excepción quedaron impresionados. Unos lo miraban con admiración y otros con envidia. Ella sólo lo contemplaba, era todo lo que se había imaginado y más. Le encantaba escuchar su voz la cual lograba transportarla a dimensiones insospechables y durante muchos días se apresuraba para poder verlo.
Un día el rey cansado se sentó en una banca del jardín, no en su trono, y la princesa se acercó sólo para que él notara que ella existía.
Es extraño, pensó ella, un poderoso rey sentado en la humedad de un jardín, de mi jardín. Qué hermosa muestra de humildad. Y de pronto una idea la asaltó "este poderoso Rey quizá podría devolverme mi corazón", pero lo veía tan ocupado con sus problemas que sería doloroso volver a sentir junto a él y que se marchara algún día........
Después de varios días él partió y ella regresó a la torre. Volvió a su soledad, pero esta vez con la certidumbre de que podría recobrar su cautivo corazón. Pensaba siempre en su dulce Rey lejano, pero llegó el día en que un emisario de éste llevó un mensaje a la princesa. Ella se sintió tan feliz que contestó con una pasión insospechada que no podía ni quería ocultar.
Así fue que ese gran rey y la bella princesa concertaron una cita de amor en el jardín. Apasionados, descubrieron sus carnes, recorrieron territorios antes nunca estimulados. Se devoraron hasta los huesos. No habían testigos sólo se escuchó el canto de los grillos y el susurro de Eolo dios de los vientos contra el follaje de los árboles que ocultaban la escena.
La princesa había recuperado el corazón. El Rey tuvo esa misma noche que partir sin que ella lo supiera. Grande fue su tristeza cuando acudió a la noche siguiente y no encontrar a su amado Rey. Noche tras noche bajaba de su torre y lo buscaba por todo el jardín, sólo escuchaba el rumor del viento y veía con tristeza que él seguía ausente. Y así pasó muchos días y noches contemplando aquel jardín en el que volviera a sentirse viva, donde recobrara la esperanza; siempre atenta a divisar en la lejanía, la figura de su Rey salvador.
Nuevamente, sólo Bissat estaba a su lado. Pero aquella princesa, tal vez egoísta sin darse cuenta, empezó a sentirse bien con él y de pronto sin proponérselo fue refugiándose en él.
Escribió muchos mensajes que parecían nunca llegar a destino. Mientras que ella se preguntaba si su Rey no la amaría nunca más. Una noche de especial soledad se sintió presa de la angustia, inquieta y pidió al Señor de la Noche que convirtiese a Bissat, su fiel duendecillo, en hombre. Su deseo se cumplió, Bissat ya no era pequeñito, ni verde, perdió sus garras y sus dientes amarillos y éste se convirtió en un hombre cariñoso, juguetón, paciente, amoroso. Él le daba felicidad que ansiaba.
Había días en los que Bissat le regalaba flores, almendras, nueces, pasteles dulces y si no los tenía tocaba lindas melodías con su flauta, para que los pajaritos enredaran los cabellos de su princesa, otras veces invocaba a las mariposas para que éstas acariciaran las mejillas húmedas de su amada. El tenía la apariencia de hombre pero, conservaba su naturaleza de duende y con ella sus poderes. La princesa disfrutaba de esa unión pero Bissat era tan distinto a su dulce Rey... Su confusión fue grande, pero a pesar de todo ella se sintió viva y, por qué no, también feliz.
Cuando menos lo esperaba llegó otro mensajero del Rey, se concertó otra cita y se volvieron a amar.Él le explicó que se había tenido que marchar por cuestiones importantes del reino que requerían su atención. Ella sólo lo miró y lo abrazó lo más fuerte que pudo. No le contó del duendecillo Bissat convertido en hombre para no perderlos, pues sabía que no existe un rey que consintiese compartir su tesoro más preciado, ni plebeyo capaz de soportar la idea de saber a su amada en otros brazos; así que nuestra bella princesa calló y el silencio se fue haciendo tortura. ¿Cómo decirle lo que sucedía a aquel Rey que solo sabía de triunfos?
Su mente se convirtió en un hervidero. Y la vida mostraba así una vez más su rostro de ironía, pues la princesa que veía su vida pasar en la más infinita soledad, ahora tenía dos amores, aunque distintos y, aun más, opuestos, pero amores al fin. No podía pedir consejo a nadie. Solo amarlos y callar.
El gentil Rey la invita a su palacio pero ella no podía dejar al duendecillo que tanto bien le había hecho y al cual ya amaba. Pero cómo decidir ante tamaña encrucijada sin perderlos. La cobarde princesa no supo qué hacer.
El noble y solitario Rey volvió a partir, tenía nuevas luchas que afrontar, nuevos reinos que conquistar. Así que esa siempre sería su historia, partir. Ella se conformaba con saber que él la recordaba cuando su tiempo se lo permitía.
Los días pasaron, llegó otro mensaje, su noble Señor regresa pero, esta vez ya no se verían en el jardín. Él debía estar rodeado de sus caballeros y damas de la corte, ella lo espero con impaciencia y se comportó a la altura de las circunstancias, pero con los ojos le decía lo mucho que lo deseaba y él pareció entenderla.
Llegada la noche ambos corrieron al jardín pero ella no podía ocultarle la verdad, así que la princesa reveló su secreto. Las lágrimas rodaron por sus mejillas y su corazón se sentía desfallecer. Ella no supo esperarlo y podía volverlo a perder. El noble Rey le deseaba tanto que aceptó volver a amarla con loca pasión, pasión que pensó insana porque lo llevaba a la locura y al tormento, pero que lo hacia sentir vivo y no se resistió .Se dirigió hacia ella y la cubrió como un manto.
Cuando ambos se unían se desbordaban sus ríos, el cielo apagaba sus estrellas, rayos y truenos se dejaban sentir con tal fuerza que todo a su alrededor se encendía. Las montañas se empequeñecían ante la miel que de ellos brotaba y que la tierra sedienta bebía. Sus cuerpos se volvían juntos un solo fuego que los consumía. Se amaron entre las sombras, sin embargo, ella sólo pensaba en que él partiría nuevamente, como siempre, pero recreándola a cada instante en su excepcional mente.
Pero a pesar del tormento la princesa pensó que no quería perderlo. Dicen que el inteligente Rey tomó la decisión con el corazón y no con la razón. Ahora ambos sólo esperan que caiga la noche para correr al jardín...
FANNY JEM WONG
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Por FANNY JEM WONG - 11 de Diciembre, 2007, 19:56, Categoría: CUENTOS
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Ling y el hada del loto azul (historia de amor)
Ling y el hada del loto azul (historia de amor)
Hubo una vez un niño triste y solitario llamado Ling, privado desde muy pequeño del amor y los cuidados de sus padres. Era muy pobre y se ganaba la vida como podía, pero tenía muchas ganas de ser alguien y estudiaba para desarrollarse, crecer, progresar.
A pesar de ser un chico muy travieso y cara dura nunca faltaba a la escuela, ni a la biblioteca pública
Él era un muchacho especial. Adoraba como ningún otro pilluelo de su edad las letras y siempre llevaba en sus alforjas muchos papeles y lápices. También grillos, ranas, increíbles insectos para estudiarlos. Era amigos de todos ellos.
Juguetón como cualquier niño pero terriblemente travieso se divertía rompiendo ventanas y salía corriendo para no ser atrapado. Era estudioso al punto el sinvergüenza sin importar las inclemencias del tiempo nunca descansaba ni un solo día.
Siempre encontraba algún trabajo que realizar, a nada rehuía. Le encantaban las plantas acuáticas y se divertía creando en su cabecita teorías muy complejas sobre ellas. A veces cuando podía gastaba algunas monedas comprando raíces, semillas, flores. y alguno que bichos para estudiarlos.
Era una época en donde los bellos atuendos solo los podía ver en las vitrinas, él era feliz siempre a su manera. Una de las cosas que llenaba sus ilusiones era pasarse largas horas en la biblioteca, allí conoció a los sabios y se hizo amigo de ellos. A estos les contaba sus pretensiones, aprendía también de ellos, los leía a todos sin parar. A veces de tanto leer quedaba chapita de conocimientos.
Su único abrigo en las noches frías era un enorme gabán azul con remiendos de otro color, pero la necesidad de arroparse hacía que no prescindiera de esa indumentaria. Él sufría mucho extrañaba tener unos brazos tibios como la de las madres de otros niños. Pensaba continuamente lo hermoso que sería tener alguien que lo acompañara y que entendiera su corazón solitario, pero nadie de los que él conocía y trataba lo comprendía.
Un día en una de las muchas noches que pasaban metido en la sala de estudios de la ciudad, cogíó un gran volumen de color azul. Sintió algo extraño, un llanto muy bajito.
Tomo el libro entre sus manos extasiado .No supo por que razón, había escuchado ese ruido tan raro y lo abrazó fuerte contra su pecho por largo rato. Despacito camino hacia una mesa en el rincón de la biblioteca.
Ling no supo resistirse y por muchas horas acaricio el libro con dulzura infinita. Era un libro grande y grueso con letras doradas y un lindo título "El Hada del Loto Azul". Cuando por fin se decidió a abrirlo, fue enorme su sorpresa. Una flor azul de loto se abrió esplendorosamente frente a sus ojos y allí sentada en el centro estaba ella.
Era una niña de rostro de luna y ojos oscuros, que lo miraban curiosos y dulcemente. Tenía la nariz tupida y colorada por su quedo llanto. Dos lagrimones caían de sus ojos brillantes al ver a Ling entre suspiros cortados sonrío y le cerro un ojito. Ambos sonrieron sin pronunciar palabra alguna, en realidad no tenían nada que decirse, pues sus corazones sintieron conocerse desde tiempos milenarios, desde el inicio de todos los tiempos.
Dos luces salieron de sus cuerpos, danzaron las flores del libro antes marchitas y las hierbas que estaban secas volvieron a reverdecer. Mientras las hojas de los árboles antes secas retornaron. Los lotos del estanque iluminaron todo con bellos reflejos y los animalitos lucieron alrededor de la pequeña sus mejores cantos. Así, en su mundo de fantasía Ling y Hada azul permanecieron sonriendo largas horas muy callados
Azul era una pequeña especialmente sensible, poseedora de grandes secretos y sueños. Un ser amante de antiguas artes y de cosas bellas. Ling también era soñador y tierno, pero la vida lo había golpeado tanto que nunca estaba claro de quién le quería de verdad. Se encerraba en sus poses de mocoso seguro y osado cuando en realidad solo quería compañía y por eso hacia muchos amigos.
Lo único que tenía claro era su amor por los libros, pero esa niña cara de luna él la veía tan indefensa que sin pensarlo la metió en su corazón. Cada día durante meses a pesar de que la vieja bibliotecaria no quería prestarle el libro del Hada Azul porque Ling se adueñaba del este. Él asistió a su cita con la pequeña solo para contemplarla y sonreían sin hablar.
Meses después llego una tarde en que por fin se rompieron los silencios. Hablaron mucho y de todo hasta que Ling se quedaba dormido sobre el gran libro y la bibliotecaria renegona le despertaba al quitárselo siempre entre gritos y refunfuños.
Corría el mes de Marzo y era un día caluroso de verano. Ling había pasado el día trabajando recogiendo agua en grandes baldes, regando flores con su cara muy contenta y cantando pero se hacía tarde y corrió a la biblioteca muy de prisa.
El hada azul como siempre en el libro esperando a su amigo. Ling entro desesperado y al cogerlo la bibliotecaria lo tomo muy fuerte del brazo lastimándolo y con sus uñas hizo sangrar su piel, una gota de sangre cayo sobre el gran libro azul que yacía sobre el piso. El pequeño lloraba y la vieja bibliotecaria se asusto a tal punto que lo dejo recoger el libro con la condición que esa fuera la última vez que se lo daría, si quería seguir teniendo acceso a otros libros de menor importancia para él inquieto muchacho.
Él le prometió todo lo que la mujer quiso, cada una de las promesas que esta le arrancaba con sus chantajes con tal de poder seguir llegando a la biblioteca. Total él siempre vería como llegar a su pequeño Loto Azul.
Cuando se sentó en su acostumbrado rincón abrió el gran libro. El loto azul se alzo hermoso como siempre pero no se abrió el gran libro el loto azul se alzo hermoso como siempre pero no se abría de tal modo que no podía verla solo escuchaba a lo lejos un llanto quedo.
Horas más tarde el loto azul dejo abrir sus pétalos, su pequeña amiga estaba hinchada y llorosa, su nariz roja y muy congestionada, con la mirada apagada y los brazos caídos.
Ella entonces dijo:
-Ling, llegará el día en que ya no llegues a mí y me marchitaré de tristeza. Ya amiguito, no pertenezco a tu mundo… ese mundo al que tú tan apegado vives me infecta de tristezas, de grandes angustias, de cosas que mi corazón no conoce y lo rompen cada día.
-Ling, lo rompen más no soporto los gritos absurdos de verdades mentirosas y menos que alguna tarde no llegues hasta mi casa
-Sácame de esta fría biblioteca, nunca más deseo estar sola apártame de esa señora tan gritona.
-No deseo verla nunca más, antes cuidaba de mis hojas ahora solo espera que estas se estropeen. Ya no estoy entre los textos que ella cuidaba con esmero. Siempre me mete entre los libros que están sucios y estropeados para que algún gusano coma de mis hojas y yo desaparezca.
-No cierres mi casa hoy hasta prometerme que me llevaras contigo en tus alforjas
Ling que en verdad quería a su amiguita dijo:
-Algo se me ocurrirá y duerme tranquila que nunca te abandonare porque tu eres mi dulce amor mi corazón.
Él sabía que no podría pedirle a la bibliotecaria El Hada del Loto Azul. Así que se filtro sin que esta lo viera, como un ladrón. Sabía bien donde estaba, se arrastro como pudo y por fin llegó. Tomo el gran libro muy despacio despacio, lo coloco dentro de su bolsa y empezó su recorrido a hurtadillas hacía la salida.
Por fin, alcanzo la puerta sin que nadie lo notara y corrió veloz como un rayo hacia su casa. Nada podría impedir que su niña se quedara con él para siempre y nadie nunca más la dañaría.
Por fin en casa, Ling abrió el libro y ella sorprendida. Saltó de su loto, recorrió la humilde casa que para ella era un palacio dorado adornando de miles de estrella y Ling su príncipe encantado. Así corrieron los meses trataban de pasar largos ratos juntos charlando, riendo, jugando, amándose y queriéndose sin que nadie los viera, muy calladitos . Ling cuidaba no romper ninguna de sus promesas, promesa que Loto nunca le pidió
Una tarde especialmente fría mientras Azul u Ling conversaban una cara distorsionada por los celos y la rabia estaba mirando detrás de la ventana era la gruñona bibliotecaria que había logrado ver el libro sobre la mesa.
Ling al reconocerla lo ocultó bajo una manta roja y abrió la puerta haciéndose el sorprendido por la extraña visita. La señora muy cerca y con los ojos muy abiertos como un búho le dijo:
-¿Recuerdas Ling el libro del Hada del Loto azul?
Él respondió:
-Sí, pero hace mucho que yo no se lo pido, es más yo voy poco por ahora a la biblioteca respetable señora.
-Usted es muy gritona y no me deja leer lo que yo quiero y eso a mí me molesta muchísimo.
La bibliotecaria respondió:
-Lo sé muchachito insolente pero sí no te ajustas a mis reglas no podrás nunca más leer nada en mi casa y sé bien que eso te desespera
-Como vez yo sé bien que hacer para que tú pequeño pilluelo y los demás bailen al son que yo marque.
-Ahora ¿Estas claro?
-Ha desparecido el libro azul y me resulta especialmente extraño que tú ya no me lo pidas si te entusiasmaba tanto.
Ling contesto:
-Bueno… a mí ya no me interesa
La bibliotecaria que siempre sabía el terreno que pisaba y tenía un olfato de sabueso, artista de la manipulación y gran mentirosa le dijo:
-Bueno…entonces no hay problema la biblioteca tiene muchos que te gustaran. Te espero encantada mañana, tú sabes que yo sé todo siempre y en fin tu niño puedes ir cuando quieras, con tal que me obedezcas.
-Total ya el maldito libro de esa Hada Azul que tanto detesto y por el que tantos disgustos me causabas creo que ya ni existe.
-Es hora muchachito que comprendas que en mi biblioteca se hace y de dice lo que yo ordeno. Además tengo muchos seguidores a quienes les encantan mis cuentos La mujer se marcho y Ling pensó y dijo en voz alta:
-Guardaré mejor a mi Hada del Loto Azul aquí en mi casa y para tenerla contenta a la bibliotecaria y no despertar sus sospechas, cada día revisare otros libros frente a sus narices.
-Así no nos molestará nunca más…eso haré, ni siquiera se acordara de nombrarla
Así pasaban los días Ling salía a trabajar y después su visita acostumbrada a la biblioteca. Cada día una historia distinta, casi siempre era la gruñona señora quien decidía que haría o leería el pequeño mocoso.
Ling a veces demoraba en llegar a casa largas horas, total Azul era solo de él .Se sentía muy confiado y seguro .Solo él leía sus páginas, solo él acariciaba todas sus letras .Además ella no tenía otros amigos más que los animalitos y las flores de sus propias páginas. Es decir solo su mundo de fantasías de la cual estaba hecha su azul morada.
Una noche Loto Azul descansaba cuando Ling llego a casa y la despertó bruscamente. Él deseaba contarle qué libros había leído ese día y qué sus colores eran diferentes, que las figuras eran tétricas y otras fantásticas, divertidas y excitante como ninguna
Loto azul bajo la cabeza, sus ojos se llenaron de gruesas lágrimas rojas, pero Ling no lo notaba. Él estaba solo preocupado en el mismo y en todos los cuentos que la bibliotecaria y otros amigos de la biblioteca le ofrecían
Cuando por fin él la miro el Hada Azul estaba tan descompuesta que para contentarla le entrego una rosa amarilla que cogío de un jardín por el camino .Recordó que a la salida de la biblioteca un hermoso querubín le había regalado la mejor de sus velas. Fue entonces que la encendió para que Azul al mirar su flama se alegrara. Pero esta se puso aún más y más triste
Azul seguía llorando cuando él recordó que tenía un libro en la alforja que quería leer esa noche .Así que se retiro dejando el Loto del Hada Azul abierto sobre la mesa junto a la vela encendida.
Ling leyó durante horas y gritaba entusiasmado ante esas historias sin recordar la vela, ni a la pequeña Azul y de tanto recorrerlas hojas de su nueva adquisición y complacerse con esta se quedo profundamente dormido pensando que ese libro era el mejor de todos.
Mientras tanto Azul seguía mirando muy de cerca la flama de la vela .Estaba muy, muy callada y quieta. Sus ojos casi eran solo dos palotes se inflamaban de tanto llorar. Un hilo de humo negro tomo forma de mano y pluma…De repente en las paginas del gran libro Azul letras de llanto escribían un triste final .
Azul estaba tan cerca de la llama de la vela que de un momento a otro sus cabellos se incendiaron rojos .La pequeña Hada del Loto grito:
-Ling duele
-Dueleeeeeeeeeee mucho
Pero él no la escuchaba, se había entretenido y agotado tanto con otras historias que el sueño lo había vencido. La cruel bibliotecaria que conocía bien al niño le exigía leer cada día y cada momento el mismo cuento y luego le daba uno interesante de tarea. La cera ardía junto con la cabellera de Azul hasta que alcanzo cubrir toda la flor de papel y durante horas Loto Azul lloró su infierno de fuegos serpentinos hasta volverse cenizas oscuras pero Ling nunca la escucho. Él dormía agotado con el libro de la biblioteca y un querubín en el pecho.
Una gran nube tomo forma de brazos fantasmales. Eran unos largos brazos del pasado que abrazaron fríos el cuerpo del Ling envolviéndole con olor a muerte .El chico despertó llorando desesperado porque esos brazos el pensó ya haberlos olvidado. Ling solo sentía sus propios miedos y solo quería saber por qué había sentido ese abrazo… preguntaba… decía:
-Loto azul ¿No entiendes que estoy mal?
- Dime: ¿Por qué soñé eso? Loto no contestaba y por fin el niño egoísta miro hacía la mesa Sus ojos se abrieron desorbitados el libro de su Hada Azul estaba chamuscado y grito desesperado:
-¿Donde estas mi loto azul?
-¿Dónde mi pequeña damita?
-¿Dónde estas mi ratona, dónde?
Ella no respondió, no podía responderle, no podía Ella que siempre lo espero esta vez ya no pudo acudir a los llamados del pequeño Ling que siempre corría donde ella cuando un temor lo asaltaba.
Mientras decía:
-Yo no voltee
-Yo no voltee
-Solo me demore en llegar, no hice nada
-¿No entiendes que yo no hice nada?
Pero de nada le valieron sus llantos en esa ensordecedora y fría noche de Invierno Loto había sido tragada por las llamas de la vela y él nunca más la volvería a ver Loco abrazo el empaste chamuscado de su amado libro y de las cenizas cayo un pedacito de papel que tenía la forma de loto pero maltratado por el fuego y en él difícilmente se leía con gotitas de sangre azul:
-Cuando lo leas ya me abre ido muy lejos
-No tienes la culpa solo te quedaste dormido
-Buscadme amor mío y si algún día me encuentras deja sobre mi loza fría bellas rosas amarillas Te amoooooooooooooooo. Tu niña por eternamente el Hada del Loto Azul Jem
Jem Wong 24.06.05-02.07.05
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Por FANNY JEM WONG - 10 de Diciembre, 2007, 5:05, Categoría: CUENTOS
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Polvo De Oro
Polvo De Oro
Renuncio a ti amor irreal, lejano, funesto canto de lira A las tardes de pálidos azules y de ardientes manos Renuncio a ti amor que me llenas de ansias y melancolía A los te amos eternos y con ellos a todos sus ecos.
Renuncio a ti polvo de oro que encendías las noches A la danza de la deliciosa piedra sobre el vientre Renuncio a ti alma de historias secretas de bárbaros A la esperanza de ser en ti eterna magia de versos.
Renuncio a las horas de ausencia que me enloquecen En donde tu amor era disputado por fieras soledades Renuncio a la aurora que iluminaba mis días al son de las arpas A las palabras que encendían mis entrañas poeta de mármol.
Renuncio a ti por que se me agotaron los sueños Con realidades que me destrozan la cara de sales Renuncio a ti amor porque me consumes la sangre Aniquilando de a pocos el corazón que agoniza.
Renuncio a ti relámpago que me atabas las manos Al arroyo de aguas tempestuosas de las cuales bebía Renuncio a un hacer el amor y hasta el próximo día A los cantos de los mirlos, a las lluvias de azahares.
Renuncio a los claros diamantes y a tus lacerantes fuegos Al martirio de vivir siempre entre tormentas y espantos Renuncio a ti mi gran amor y a los cantos celestiales Porque mi sueño no fue eterno y te vi partir antes a ti En tu luminosa barca te llevaste mis ganas y la vida.
Renuncio a ti mi único amor porque solo eres Polvo de Oro.
FANNY JEM WONG 24.11.05
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Por FANNY JEM WONG - 8 de Diciembre, 2007, 5:36, Categoría: CUENTOS
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