
1.-
No me hace falta respirar, porque respiro tu aire no necesito soñar, porque tú eres mi sueño, no preciso hablar, porque mis palabras te pertenecen, no necesito vivir, porque tu amor es mi vida.
2.-
Recibe este beso, como señal de pasiones, como testigo de sueños y presente de locura. Recibe mi alma, pues ya es tuya, como tuyo es mi amor.
3.-
Cada día te quiero, un día te respeto, otro te admiro, otro te sueño pero siempre te quiero, porque amanecer es quererte, y estar sin ti, mi muerte.
AUTOR ANÓNIMO

Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla; desclava mi tensión nerviosa y mi dolor... Desclava, amada eterna, mi largo afán y los dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!
Regreso del desierto donde he caído mucho; retira la cicuta y obséquiame tus vinos: espanta con un llanto de amor a mis sicarios, cuyos gestos son férreas cegueras de Longinos!
Desclávame mis clavos ¡oh nueva madre mía! ¡Sinfonía de olivos, escancia tu llorar! Y has de esperar, sentada junto a mi carne muerta, cuál cede la amenaza, y la alondra se va!
Pasas... vuelves... Tus lutos trenzan mi gran cilicio con gotas de curare, filos de humanidad, la dignidad roquera que hay en tu castidad, y el judithesco azogue de tu miel interior.
Son las ocho de una mañana en crema brujo... Hay frío... Un perro pasa royendo el hueso de otro perro que se fue... Y empieza a llorar en mis nervios un fósforo que en cápsulas de silencio apagué!
Y en mi alma hereje canta su dulce fiesta asiática un dionisíaco hastío de café...!
AUTOR: CÉSAR VALLEJO

El hombre es caliente Como siete pulgadas del sol del mediodía Te escucho susurrar y las palabras se funden con todos Pero tu quedas tan bien Mi muñequita, mi española Mona Lisa de Harlem Tu eres mi razón para la razón, el paso en mi ranura
Y si dijiste que esta vida no es lo suficientemente buena Yo daría mi mundo para levantarte Yo podría cambiar mi vida para satisfacer tu humor Porque tu eres tan suave
Y es como el océano bajo la luna Bien es lo mismo como la emoción que tengo de ti Tu tienes la clase de amor que podría ser tan suave Dame tu corazón, hazlo real, o también olvídate de eso
Bien te diré una cosa Si te fueras sería muy lamentable En cada respiro y cada palabra Escucho tu nombre llamándome Fuera del barrio, escuchas mi ritmo en la radio Sientes el mundo volverse tan suave y lento Volviéndose hacia ti mas y mas
Y es como el océano bajo la luna Bien es lo mismo como la emoción que tengo de ti Tu tienes la clase de amor que podría ser tan suave Dame tu corazón, hazlo real, o también olvídate de eso

Y las aguas de Arriba amaron a las de Abajo y eran las aguas de Abajo femeninas y las de Arriba masculinas… ¿Has oído, amada? Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo Tú eres el lecho de los ríos y el asiento del mar y el continente de las aguas dulces y el origen de las plantas y de los tiernos o duros o feroces animales de pluma o pelo o sin pluma ni pelo Yo soy la lluvia que te fertiliza En ti se cuecen las flores y los frutos y en mi el poder de fecundar ¿Has oído, amada? Nuestro lecho es el Universo que nos contiene ¿Has oído bien? Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo Y mi amor se derrama sobre ti como la lluvia o como una cascada que cae del sol rompiendo entre nubes como entre peñascos y entre los colores del arco iris y entre las alas de los ángeles como entre las ramas espesas de una vegetación inverosímil Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo ¿No lo escuchas? Y aunque digas que sí tal parece que no porque ahora Tierra cabalgas sobre mí (en el lecho que es el Universo) y eres tú el Cielo y tu amor se derrama sobre el mío como una lluvia fina Y yo era la Tierra hasta hace unos instantes pero ya no lo sé porque hemos girado y descansamos sobre nuestro costado y los dos somos Tierra durante unos minutos deleitosos Y ahora estoy de pie con los pies en la tierra y los ojos en el cielo y tú no eres ni Tierra ni Cielo porque te hago girar con los muslos unidos ferozmente a mi cintura y eres el ecuador o yo soy el planeta Saturno y tú eres los anillos que aprendimos en la escuela y giras Y ahora somos Cielo los dos y volamos elevándonos más allá del Universo Y en lo más alto del vuelo algo estalla en nosotros y caemos vencidos por la fuerza de nuestro propio ecuador que se ha quebrado Pero seguimos siendo Cielo aunque yazgamos en tierra Derrumbados en tierra pero Cielo Tierra revuelta y dulce pero Cielo Cielo vencido cielo revolcado pero Tierra

Adriano Del Valle, España, 1895
El secreto
A orillas de la fábula, secretamente mía, desde el árbol de sangre donde nace el latido que se asoma a tu pulso, tu lengua, flor mojada, era un sésamo oculto para el paisaje mórbido de tu floral desnudo, desgajado en pudores y amorosas laderas silvestres, en la sombra de tus senos en vilo, colmenas del enjambre cuyo vuelo guiaba el beso más antiguo. Sempiternas colinas con pétalos y zumos, el sí y el no acertaban, dudoso de tu aroma; áureo botín de besos, acosadas axilas, fugacísima imagen traída en tus relámpagos, abriéndome entre lirios palomas y moluscos. Y tú, ya casi un claro de luna en tus pestañas, arcángel sin edad eras sencillamente. Y acueducto sin lluvia, la luz del arco iris nos volcaba el secreto flamígero del beso, la soledad abriendo a nuestras almas juntas donde las aves urden sus alcobas de trinos. ¡Oh amada mía! Siempre tu inaccesible cumbre; y ya en ti, me despeño virgíneamente tuyo, cuando el aire y el río te huelen desde cerca el tatuaje invisible de la piel de tu aroma. Y entonces, voy bajando por la rampa del grito, del fulgor y la piedra, del viento y de la nieve; ave soy rubricando con el vuelo las cumbres; Ángel Caído soy recluido en tus ojos, mordiendo en tu cabello sus pendulares frutos, desplegando en mi torso su funeral bandera, tu ardiente cordillera midiendo con mis brazos… Con mi equinoccio envuelvo tus claros hemisferios de antípodas caricias, cuando exploran mis besos la tibia sangre nómada de tus venas azules. La luna era el ex-libris del éxtasis nocturno, tallo de flor nacido de tu propia semilla, soledad sin los árboles que sostienen el cielo, la delicia ignorando de beber en tu lengua, como la piedra ignora el lenguaje del pájaro. Si el beso no era un símbolo creado en tu homenaje, su corola en tu hálito tuvo pétalos dulces para impregnar la tierra con mieles suficientes cuyo dulzor brotaba de la raíz del mundo. Te conocí en el lecho mineral del planeta, mientras tú apaciguabas la luz en la montaña… Cósmicamente mía… Norte, Sur, Este, Oeste, nupciales, cuatro vientos te velaban el sueño.
AUTOR :ADRIANO DEL VALLE ( España, 1895 - 1957 )

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