I El alma se muere ahogada en la superficie De un océano de aguas turbias y pestilentes Trampas, mentiras, blasfemias y horror Maldita gramática absurda que llora mentiras
Deslealtad y traición, hierva podrida, apestosa Dama vestida de negra ingratitud y perfidia Linfa que se gangrena, opio que aturdes Eco de miserables carcajadas purpúreas
Pretendes ser un lustroso diamante Cuando solo es escoria y rencilla Vomito sobre el honor y la palabra cierta
Invierno de pellejos pegados a los huesos Filete descompuesto de gruesos gusanos Flor asesina y venenosa, flama del averno
II Migaja que envenena a la golondrina Golpe sobre los flácidos pechos ante el altar Aliento de plomo clamando a la muerte Es rosal defectuoso, gloria de ruinas
Puñal en la espalda que se complace Cuervo que agoniza desnudo frente al cristal Barro desmoronándose, falso castillo de naipes Mártir sin alma, envase que se perderá vacío
Anima adolorida matando conciencias Cielo de cuernos que se pintan celestes Falso Lázaro que revive una y mil veces.
La verdad recuerda es ley, realidad perfecta Mientras los dados giran sobre la mesa La conciencia contempla el efecto y la condena
III De qué vale un corazón echo de cristal O los labios pronunciando solo verdad O las flores que adornaron mi cabeza Cuando la niña azul se despedaza
Atándola de pies y manos ante la bestia No, podrán calmar la furia de sus letras No, la desterraran a laberintos oscuros Ni lloverá sin que protesten los cielos
Porque la piedra que se desprende Baja de prisa por la ladera, alta montaña Y un techo de vidrio será aplastado
No abra verde valle abajo seguro La Diosa Blanca se eleva sobre la bestia Acero y oro su voluntad y su pluma
Lleva el esplendor de una raza valiente Y el orgullo de ser verdad incuestionable Yo te condeno a las sendas más oscuras