Requiem A Mi Padre
Desearía engullirme esta noche
la luna y todas las estrellas.
Recorrer tantos caminos como algún día soñamos...
Caminos mil veces recorridos
ya casi olvidados.
Hoy me siento como un saco viejo
que contiene solo huesos,
carne ,
sangre.
Como perro solitario
ante círculos inhóspitos.
Desearía hoy abrir todas las puertas
de los cielos y del infierno,
antes de quedarme presa en esta tierra
en círculo sin fin.
Los recuerdos son ahora como ardientes puñales
que penetran estas carnes,
pero también son como pétalos de rosas que caen suavemente
y se pierden con el aire.
Hay en tus ojos una lejana mirada y una leve sonrisa
que no logro explicarme.
Mi mente retumba...
¿Quién se atreve a robarme el alma?
¿Por qué mi ruiseñor ya no me canta?
El desconsuelo,
la desesperación me atrapa,
el dolor me atraviesa...
Hoy vuelvo a caminar entre círculos inhóspitos,
entre brumas,
entre tumbas.
¿Cómo podría entonces no quedar petrificada?
¿Cómo podría llorar?
Si debía limpiar tu cuerpo.
Hablamos tantas,
tantas veces de la muerte
pero todavía siento que esta tibio
y no sé cómo hacer para apartarme de ti...
Una tormenta de furia agota mis huesos,
pero venzo el dolor y los miedos
avanzo ante los círculos sin fin...
Las cosas que me dicen no las oigo
flotan en el aire entre brumas,
entre mil tumbas.
Solo escucho a un ruiseñor
que canta muy despacio en mis oídos,
solo escucho a mi Señor.
Las noches son oscuras
esta pareciera ser la más terrible,
una oscura mano levanta la afilada hacha
corta los verdes...
Mi ruiseñor ya no me canta al oído.
Todos los ruidos cesan
cierro dos enormes puertas.
Me dirijo hacia los círculos
me escondo en mi rincón,
en el más lejano de ésta nuestra casa
y mi hundo en mil silencios.
No puedo detener el tiempo,
el reloj no es antihorario .
Regreso a abrir las puertas
para volver a ver tu imagen.
Ya levantan tu ataúd...
El día se oscurece,
relámpagos atraviesan los cielos
mientras truenos orquestan nuestra marcha.
Hoy recorro junto a ti nuestros últimos caminos.
Voy tras tu ataúd con los pies cansados
en silencio,
con los ojos secos cual desiertos...
entre brumas,
entre tumbas,
un silbido,
el cantar del ruiseñor herido.
Una caravana de hadas doradas,
de pequeños duendecillos rodean tu gran lecho,
lleno de pétalos de flores
yo te sigo.
Tus tiernos ojos negros ya no lloran,
ya no sufren solo esperan
como dos enormes bolas de acero
ya no brillan.
Ante las brasas ardientes de mil fuegos
te doy el último beso
para después dejarte
bajo la loza fría...
FANNY JEM WONG
A LA MEMORIA DE WONG WU YONG